D. Alejandro Mª Moreno García

El 21 de septiembre de 1.899, nace en Briviesca (Burgos) Alejandro Moreno García. Cuarenta y tres años más tarde, fundaría en Valencia las Presentacionistas Parroquiales Adoradoras. Sus padres, D. Froilán Moreno y Dña. Juana García, de extracción campesina viven una profunda fe cristiana.

Fue el cuarto de cinco hermanos. Los dos mayores se habían ordenado sacerdotes. Y a Alejandro, superada una grave crisis de sarampión y tomada ya la primera eucaristía, le empuja también la misma vocación. Ingresa en el seminario de san José, en Burgos, para cursar Latín y Humanidades. Cuatro años después pasa a San Jerónimo, el seminario mayor convertido ahora en Universidad Pontificia. Destacó en los estudios con notas sobresalientes y consiguió la licenciatura en sagrada Teología. Ordenado el 17 de marzo de 1.923, ejerció su sacerdocio en diversas parroquias rurales del arzobispado de Burgos, como ecónomo de Quintanaélez y como párroco de Quintanaureba. En esta última le sorprende la segunda República.

La República suspende la dotación del clero, y los sacerdotes de Burgos han de emigrar en busca de un obispo que les de trabajo. Alejandro emigra a Valencia, donde será capellán de las religiosas de la Pureza de María, en Alcácer. Estando allí, le arrebata la contienda civil, como a tantos sacerdotes. Es detenido y preso en enero de 1.937. Permanece cautivo hasta que termina la guerra.

Acabada ésta, vuelve a Alcácer. Practica en las Doctrineras de Alaquás (Valencia) unos ejercicios espirituales que serán la clave de su vida futura. De ellos saca la profunda convicción de fundar las Hermanas Presentacionistas Parroquiales con el fin específico de dar solución al problema de las parroquias abandonadas en su culto, en su canto religioso, en sus ornamentos, en su limpieza...

Gana, por concurso, la parroquia de Cristo Rey, de Valencia, el año 1.942. El 11 de mayo de 1.943 comienza a caminar la Institución que él había fundado, las Presentacionistas Parroquiales Adoradoras. Las primeras Hermanas fueron cinco jóvenes, entre las que destaca María Alemany que sería, durante muchos años, Superiora General. Esta fue su gran Obra...

El P. Alejandro empeñado en la tarea de mejorar, difundir y enriquecer su Obra, se traslada a Burgo de Osma. Y posteriormente a Albacete, donde en 1.963 comenzó la construcción de la casa central del Instituto que, por diez meses, no pudo ver inaugurada el fundador.

En la Navidad de 1.966, su estómago se siente enfermo a causa de un cáncer que lo derribará pocos meses después. Fallece el 22 de julio de 1.967.

El P. Alejandro fue un gran predicador evangélico. No dejó sin usar ninguno de los medios de comunicación, para vocear sus ideales, para predicar con oportunidad o sin ella, su evangelio de salvación y de paz. Así la prensa... Fundó y dirigió “Praesentata”, pequeña revista que difundía los tres ideales de su Obra,; también publicó un crecido número de libritos y folletos de tema mariano o eucarístico. Destacan su Catecismo de Cristo Rey, Comunión o Comunismo, Inmaculada, o Zagalitas de Belén, entre otras de amena lectura.

Así el púlpito... en homilías encendidas, en ejercicios espirituales, en retiros y horas santas, de cuya buena preparación queda constancia en sus manuscritos y notas esquemáticas. Así el confesionario... y la dirección de conciencias... Así la conversación personal, donde brillaba su poder interior, su fuerza de persuasión... Así sus largas horas de sagrario... Aún viven feligreses de sus parroquias que recuerdan haberlo visto de rodillas ante el sagrario, hasta altas horas de la noche.

Su vida entera fue como una llama ardiente, una consagración a esta tarea que le absorbía...

Su amor tierno y filial a María, que lo llevó a propagar su culto y amor por todas partes.

Su afán obsesivo por la adoración al Santísimo Sacramento.

Su preocupación por dignificar el culto y la liturgia en las parroquias.