La Presentación de María está pidiendo a grandes voces una Institución encargada de continuar y especialísimamente imitar un tan excelso Misterio. Una Institución que no se limite a conmemorar una vez al año la Presentación de María, a consagrarse a Ella y renovar sus votos cada año o cada día, a tenerla por Madre en términos vagos, a invocarla por simple Titular. Una Institución que reconozca en la Virgen Presentada, no la Madre común a todos los Institutos Religiosos, sino la Madre propia y particularísima. Una Institución, en fin, que se cuide de mantener viva, fresca y lozana la memoria y el espíritu de este Misterio mariano.
Es a las Presentacionistas a quienes ha cabido ese honor y noble cometido. Una aureola de distinción y prestancia las circunda. A ellas está reservado el ser semejante a María Presentada, imitadoras inmediatas suyas, moradoras de la casa de Dios, damas y cortesanas en su Real Palacio. Ellas reciben como dirigida preferentemente para sí la invitación que en el Éxodo hiciera Dios a Moisés: “Mira y haz según el modelo que te ha sido mostrado en el monte” (25, 40).
Las Religiosas Presentacionistas, no de una manera soslayada e indirecta, como la generalidad de los Institutos Religiosos, sino directa y plenamente, por ser lo suyo propio y lo típico en ellas, veneran y glorifican a María en su Presentación. Imbuidas del espíritu Presentacionista, han tomado por Patrona y consideran su Precursora a la Virgen Presentada, se la han propuesto por Modelo, esforzándose en imitarla, ya en la vida interior y contemplativa, ya en la vida activa y operante.
El fin básico de las Presentacionistas es evocar de continuo la interesantísima escena de la Presentación de María, ser promotoras del culto a la Presentación, fomentar, hasta que llegue a su apogeo la devoción Mariana en general y la Presentacionista en particular, o sea, la devoción a la Virgen Niña, estudiando y engrandeciendo la Santa Infancia de María viviendo, ellas presentadas en el Templo del Señor, a la vez que suspiran por ser presentadas en el templo lúcido de la gloria…